Hace diez años, el 1 de abril de 2014, ocurrió el terremoto de Iquique. Tuvo una magnitud de M8.2 y pudo sentirse intensamente en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y también en el sur de Perú y parte de Bolivia. La zona epicentral correspondió a una ruptura sísmica de 200 kilómetros de extensión y provocó un tsunami que destruyó la mayor parte de las embarcaciones del puerto de Iquique.

Traemos este «recuerdo sísmico» al presente porque el terremoto antes citado es parte de una historia que demuestra la importancia de las tecnologías espaciales en el estudio de lo que ocurre en la tierra, con los sismos y otras geoamenazas.

A principios de los años ’90, comenzó a desarrollarse un proyecto científico visionario en su momento, impulsado por investigadores chilenos y franceses en el marco de una colaboración entre el Institut de Physique du Globe de Paris, Francia y los Departamentos de Geofísica y de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Consistió en la instalación de un moderno observatorio sismológico multiparámetros de investigación que combinaba instrumentos de medición satelital y terrestre en el norte de Chile.

La ocurrencia del terremoto de Antofagasta M8.1 de 1995 fue así el primer gran terremoto de subducción en ser estudiado simultáneamente con datos satelitales (antenas GNSS en tierra y datos InSAR de los satélites ERS-1 y ERS-2) y estaciones sismológicas en tierra. Esto permitió dar un paso clave fundamental en la detección y comprensión de señales y procesos de deformación de la corteza involucrados en la zona epicentral antes, durante y después de un gran terremoto de subducción.

En 1996, el mismo equipo de sismólogos inició un estudio similar, esta vez en la zona entre Constitución y Concepción, incorporando esta vez sismólogos italianos de la Universidad de Nápoles. Entre los años 2002 y 2004 se publicaron los resultados que permitieron caracterizar, utilizando datos satelitales, el «tipo» particular de deformación asociado a grandes terremotos con epicentro costero en el contexto de la subducción chilena. La validación del modelo se selló definitivamente con un artículo científico que identificaba el patrón de deformación de la corteza que ocurre antes de un gran terremoto, precisamente en la zona epicentral donde, cuatro meses después, ocurrió el megaterremoto M8.8 de Maule de 2010.

Estos resultados revelan la importancia de las tecnologías satelitales para la detección de zonas de amenaza sísmica. La vigilancia de las geo-amenazas del contexto andino permite determinar acciones preventivas o de alerta para salvaguardar la vida humana, los bienes y la infraestructura crítica.

La tecnología satelital es clave, y así lo mostramos recientemente en Fidae 2024, debido a su gran cobertura espacial y temporal. De hecho, los científicos hoy utilizan los datos satelitales para realizar reconstrucciones detalladas de sucesos catastróficos pasados (terremotos, tsunamis, remociones en masa, inundaciones, entre otros), pero también para analizar y vigilar continuamente zonas sensibles en busca de posibles riesgos geológicos.

Fuente: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/ciencia-y-tecnologia/chile-pionero-tecnologias-satelitales-para-detectar-amenazas-sismicas/2024-04-15/142712.html