Transcurrían las primeras semanas de 1939 cuando en Chile ocurrió un suceso que marcaría las postrimerías de la década del 30’ y del gobierno Pedro Aguirre Cerda, el presidente de ese entonces.

A las 23:32 horas del 24 de enero, la zona del valle central fue asolada por un terremoto magnitud Mw 7.8, con epicentro en las cercanías de la ciudad de Quirihue, afectando fuertemente las localidades de Chillán, Cauquenes, San Carlos, Cobquecura, Coelemu, Ñipas, Florida, Quillón, Yumbel, Rafael, Tomé, Lirquén, Penco, Concepción y Talcahuano.

Los efectos fueron inmediatos: Chillán y Concepción se fueron abajo, dejando sensación de pánico, escombros de casas y mucho polvo alrededor. A esto se sumó un gran número de víctimas fatales, que fueron estimadas en más de 24 mil personas (muchas de ellas no identificadas).

Camino de Chillán a Concepción destruido por el terremoto de 1939.
Fuente: Colección Biblioteca Nacional de Chile, Memoria Chilena.

La envergadura de este desastre natural llevó a Aguirre Cerda a apresurar la creación de la Corporación de Fomento y Producción (CORFO), indispensable para levantar la alicaída economía post terremoto. Junto con esto, se inició un plan de reconstrucción en toda la zona, que movilizó al gobierno pero también a la sociedad civil, que fue en ayuda de la población damnificada, evacuando a otras ciudades y reedificando la zona.

Bajo la misma Ley Nº 6.334 que dio origen a CORFO, se creó la Corporación de Reconstrucción y Auxilio —que con el tiempo se transformó en la actual Onemi—, con el fin de contar con un ente estatal encargado de la reconstrucción física del territorio nacional.

También a raíz del terremoto, el ministro de Salubridad del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, Salvador Allende, logró promover una serie de instrumentos para mejorar la salud pública e ir en ayuda de las personas de las provincias afectadas. Logró sumar bajo una dirección común del ministerio los servicios de la Beneficencia, la Caja del Seguro Obrero y la Dirección General de Sanidad. Bajo la influencia de Allende se crearían los Servicios  e Salubridad de Emergencia, que pasarían a llamarse Servicios de Salubridad Fusionados (SSF).

Con una profundidad mayor de 60 km y con epicentro continental cerca de la ciudad de Chillán, este terremoto ha sido objeto de estudios relevantes. En 1995 una investigación puso en evidencia que el terremoto era totalmente distinto a los típicos grandes terremotos costeros. Fue el primer paso para entender la alta amenaza sísmica entre Constitución y Concepción, que llevó a un grupo de investigadores a desarrollar una serie de trabajos que terminó con la identificación que la zona era propensa a la ocurrencia de un megaterremoto. Esto fue publicado sólo unos meses antes del megaterremoto del 27F del 2010.

Calle Lincoyán, Concepción, tras el terremoto de 1939.
Fuente: Colección Biblioteca Nacional de Chile, Memoria Chilena.

Un antes y un después en las construcciones sísmicas

Otra contribución tuvo impacto en el estudio de la ingeniería sísmica. Cuenta Mauricio Sarrazin, ingeniero civil estructural y ex académico titular de la Universidad de Chile, que la creación de nuevas entidades estatales posibilitó un despliegue de profesionales en la zona, quienes fueron muy importantes para comprender las implicancias de este evento.

Uno de ellos fue Julio Ibáñez, referente de la ingeniería sísmica: “A días del terremoto comenzaron en Chillán Viejo un estudio casa por casa, lo que permitió incorporar espectros de diseño sísmicos que antes no existían. Estos datos fueron incluidos en la Ordenanza General de Construcciones, que ya consideraba las normas sísmicas desde el terremoto de Talca de 1928”, indica Sarrazin.

El diagnóstico de Ibáñez y su equipo también detectó que muchas de las casas que presentaron un mejor comportamiento luego del terremoto tenían una construcción del tipo de albañilería confinada, constituida por muros de ladrillos que están “amarrados” por estructuras de concreto reforzado (columnas de amarre y vigas).

Las casas de adobe sin esta estructura, en cambio, se convirtieron en escombros, ya que este material solo resiste cargas de compresión, pero no las fuerzas inducidas por sismos de gran intensidad.

Calle de Chillán tras el terremoto de 1939.
Fuente: Colección Biblioteca Nacional de Chile, Memoria Chilena.

“Los espirales y cadenas de estas casas se comportaron muy bien. Muchas de ellas no tenían ningún sistema antisísmico, pero este tipo de estructura de albañilería con recursos finales de hormigón, se adaptó y se incorporó a la tradición chilena antisísmica”, explica el doctor del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).

Estas investigaciones han permitido elaborar normas de construcción que sitúan a Chile en un buen nivel en cuanto a construcciones sísmicas se refiere. El hormigón armado, los disipadores de energía y una normativa estricta son algunas de las claves que explican por qué es importante revisar la historia sísmica para prevenir los desastres del futuro.

Referencias: