Ésa fue la pregunta que respondió el director del Programa Riesgo Sísmico, el sismólogo Jaime Campos, en el noticiero central del canal televisivo Chile Visión.
Consultado por los sismos ocurridos durante dos semanas consecutivas, el profesor Campos confirmó que el del domingo 9 de julio en Farellones (M 5,6), a más de 100 km de profundidad y el del domingo 16, cerca de Lonquimay (M 6,6), a unos 200 km de la superficie, fueron eventos de profundidad intermedia. Es decir, corresponden a uno de los diversos tipos de terremotos que tenemos en el país.
“En los últimos años, señaló el director del PRS, gracias a los instrumentos que, después de 2010, están desplegados en todo Chile, tenemos una red sismológica con suficientes estaciones y bastante moderna. Así, hemos logrado confirmar que en Chile tenemos distintas fuentes sísmicas, distintos tipos de terremotos”.
Respecto de cuáles son las características de los sismos de profundidad intermedia, Jaime Campos explicó que una de ellas es que, aunque pueden no tener una gran magnitud, provocan un efecto notorio en la población.
El profesor Campos indicó que “este tipo de terremotos son muy distintos a los de epicentro costero e incluso, así también son percibidos por la población”.
“En el siglo pasado, agregó, el país tuvo un devastador terremoto en Chillán, en 1939, que fue de este tipo. Ha sido el terremoto con más pérdidas de vidas humanas. El área de destrucción fue muy grande y la ciudad quedó marcada para siempre: Chillán Viejo y Chillán Nuevo. Fue un terremoto que sin llegar a tener una gran magnitud (M 7.8), generó un impacto y destrucción comparables al terremoto de Valdivia (M 9.5).
De esta manera, concluyó que a pesar de que los terremotos de profundidad intermedia, con epicentro continental, no llegan a tener una magnitud tan grande, generan un efecto notable en la superficie que es distinta a los con epicentros costeros.
El director del PRS añadió que esto es parte de los nuevos descubrimientos en las ciencias. “En Chile tenemos distintos tipos de terremotos. Así se ha podido verificar gracias a los datos que entrega la red sismológica nacional de la Universidad de Chile. Están los terremotos con epicentro costero (como el de 2010), que pueden llegar a ser de gran magnitud. Tenemos terremotos de profundidad intermedia, con epicentro continental, como los ocurridos en este mes de julio y como el de Chillán, 1939. También tenemos terremotos corticales, muy superficiales, como el de Las Melosas, 1958 (Cajón del Maipo). En el sur de Chile, en la Patagonia, que tiene un paisaje geológico y tectónico como si se tratara de otro país, en consecuencia, también muy diferente en términos de amenaza sísmica, tenemos terremotos como el de Punta Arenas, 1949 que se asemejan a los que ocurren en la Falla de San Andrés, en Estados Unidos”.
Consultado en relación a si aumentan las probabilidades de que ocurra un terremoto cuando hay una seguidilla de temblores, Jaime Campos respondió: “Si se toman los últimos 10 años en Chile, 2013-2023, y se contabilizan todos los sismos que han ocurrido en todo el territorio, considerando sólo los que tienen una magnitud que los hacen sensible para la población (sobre M 4), tenemos que ha habido más de 9.200 sismos. Eso significa que tenemos 2 a 3 sismos, sensibles para la población, al día, en algún lugar del país. Esa es nuestra realidad. Algunos de esos sismos, de vez en cuando, se presentan en una secuencia que pueden durar días o incluso semanas y luego entramos en calma. Desde la modernización de la red sismológica nacional en 2013, estas manifestaciones sísmicas las podemos ahora analizar y estudiar con más detalle para poder caracterizar e identificar lo que es “actividad sísmica normal”. De esta manera, “esta actividad sísmica que se incrementa está dentro de lo normal, en la realidad del país”, concluyó.