Kellen Azúa, geofísica, candidata a doctora en Ciencias de la Universidad de Chile e investigadora del PRS señala la importancia de estudiar los terremotos lentos. “Nos ayudan a caracterizar de mejor forma el “ciclo sísmico” y permiten entender el comportamiento de grandes terremotos de subducción, ya sea en el proceso previo o como parte de una posible contención en lugares específicos”.
Junto al profesor Sergio Ruiz, Kellen Azúa ha desarrollado una investigación, que es el tema de su tesis de doctorado, centrada en la búsqueda y caracterización de señales sísmicas relacionadas con terremotos lentos.
La investigadora es geofísica de la Universidad de Concepción, Magister de la Universidad de Chile y está a punto de rendir su examen de Doctorado. Recientemente participó en el workshop denominado “International Joint Workshop on Slow-to-Fast Earthquakes 2024” que se celebra cada año en diversos lugares de Japón, y que tiene el objetivo de estudiar los terremotos lentos y su relación con los terremotos rápidos u ordinarios.
Sobre esta experiencia, Azúa afirma que “en Japón presenté un trabajo relacionado con este tema que es la búsqueda señales sísmicas, que se llaman ‘tremores tectónicos’, una manifestación de señales sísmicas relacionadas con terremotos lentos”.
La búsqueda en el punto triple
La investigación de Kellen Azúa se enfoca, particularmente, en la zona austral de Chile, en lo que se llama el punto triple chileno (al sur de Chiloé, frente a la península de Taitao). Allí es donde se realiza la búsqueda de señales de terremotos lentos.
“Estamos tratando de caracterizar la zona donde subducta un centro de expansión, explica Kellen Azúa. Queremos entender, a través de las señales sísmicas ordinarias y lentas, si en esa zona se está creando un “slab window” o ventana astenosférica” (boquete entre las placas que subducen).
“Lo que pasa, continúa explicando, es que en el Chile Rise (dorsal chilena oceánica) es donde se está creando nueva placa oceánica, la de Nazca y la placa Antártica. Cuando este centro subducta, se empiezan a separar las placas y esto crea una ventana donde se está abriendo y no hay placa oceánica. Entonces queda como un vacío”.
La geofísica añade que esa zona, como es bien austral y está en el mar, es difícil de estudiar. Por eso, indica, “nosotros utilizamos sensores o estaciones sismológicas, que se instalan en el fondo marino. Con esos datos estamos tratando de caracterizar esa zona y comprender si se está abriendo o no esa ventana”.
La importancia del tema
El interés por el estudio de los terremotos lentos nació, en parte, por la colaboración con el profesor Satochi Ide, investigador y docente del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Tokio.
Kellen Azúa relata que “con el profesor Sergio Ruiz se inició una colaboración en la búsqueda de señales de terremotos lentos en Chile. Entonces se abrió la posibilidad porque un grupo japonés instaló durante 2 años estaciones de fondo marino en la zona del punto triple. Se obtuvieron dos años de datos (2019 al 2021). Accedimos a estos datos y así pudimos colaborar en la búsqueda de señales en esa zona de gran interés científico, que es muy particular y poco común en el planeta”.
A juicio de la investigadora el estudio de los terremotos lentos tiene una gran importancia científica. “Estas señales fueron descubiertas hace unos 20 años y comenzaron a estudiarse en distintos lugares de subducción del mundo, señala Azúa. Son importantes porque nos ayudan a caracterizar de mejor forma el proceso del ‘ciclo sísmico’. También se ha descubierto que se relacionan con los terremotos que nosotros conocemos y que llamamos rápidos u ordinarios porque pueden anteceder a estos sismos. Por ejemplo, tenemos el caso en Chile de Iquique, 2014. Allí, previamente, hubo un movimiento lento que podría estar relacionado con el terremoto mayor que vino después. Lo mismo se ha investigado para el terremoto de Tohoku en Japón, 2011. Estas señales nos podrían prevenir que después pueda ocurrir un gran terremoto”.
También pasa lo contrario, aclara la investigadora. “Hay casos en que no se entiende por qué los terremotos se limitan a zonas acotadas, por qué no son más grandes. Estas zonas, cuando ocurren estos terremotos lentos, podrían servir como una especie de barrera para contener los grandes terremotos. Se está tratando de entender esta relación entre estos dos fenómenos”.
Un ejemplo de la aplicación de este conocimiento fue lo ocurrido a comienzos de agosto, en Japón. Hubo una alerta a partir de un terremoto que podía ser un movimiento previo a un megaterremoto. Por esa razón, incluso el primer ministro, Fumio Kishida, anunció la cancelación de un viaje que realizaría al extranjero.
Kellen Azua explica que “Japón tiene ahora un sistema de alarma mucho más específico que, si ocurre un terremoto de magnitud sobre 7, por ejemplo, y además hay manifestaciones de terremotos lentos, ellos emiten una alerta de que podría venir un evento mucho más grande. Esto es porque se ha ido entendiendo poco a poco la relación entre estos dos fenómenos”.
Proyección futura
Al proyectar su trabajo, Kellen Azúa comenta que “me gustaría seguir encontrando señales en otras zonas de país. Específicamente, nos gustaría abarcar la zona de La Serena – Coquimbo y en otras zonas donde ha habido grandes terremotos para ver si hay alguna relación, ya sea antes o después. Hay trabajos que han encontrado algunas manifestaciones, a lo largo del país, pero no es algo que se esté haciendo desde hace mucho tiempo, como en México, Japón u otros países. En Chile nos falta investigar más”.
“Con el PRS, agrega la investigadora, estamos estudiando en la falla de Pichilemu, buscando a ver si existen manifestaciones post terremoto del Maule (27F). Es uno de los temas que seguiré trabajando. Como la falla está cercana a la costa se está trabajando con estaciones en tierra, de banda ancha”.
Para Kellen Azúa, el desafío es encontrar y acceder a los datos que permitan estudiar estos fenómenos. “Son señales de muy baja amplitud, sobre todo los terremotos tectónicos que yo estudio. Se necesitan, por lo tanto, redes de estaciones más densas, cercanas entre ellas, para poder detectar las señales. Se requiere, de esta manera, instalar o usar redes temporales o permanentes que tengan un alto número de estaciones, cercanas entre ellas y de banda ancha, para que abarquen el rango completo de frecuencias que requiere el estudio”.
Son señales de baja frecuencia, concluye la investigadora, de ahí viene el nombre de terremotos lentos.