Hace unos días el mar Egeo fue el epicentro de un fuerte terremoto magnitud 7.0 que afectó a los países de Bulgaria, Turquía, Grecia y Macedonia del Norte. Decenas de muertos e infraestructura destrozada fueron algunas de las consecuencias de este desastre.

El terremoto de Turquía del 30 de octubre ocurrió a unos 15 km al Norte de la isla Griega de Samos y a unos 30 km al Sur de la ciudad de Izmir en Turquía. Éste corresponde a uno del tipo superficial (profundidad menor a 15 km) con una ruptura sísmica cuyo mecanismo en el foco está asociado a una falla tectónica submarina y, en consecuencia, con posibilidad de producir un tsunami.

Aunque con magnitud mayor, este evento tiene características similares al evento submarino de poca profundidad ocurrido en el territorio antártico chileno a fines de septiembre recién pasado. Son eventos sísmicos con epicentro en el fondo del mar que no corresponden a los típicos terremotos de subducción interplaca que suelen ocurrir a lo largo de la costa de nuestro país.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, el equipo experto del Programa Riesgo Sísmico realizó una simulación del tsunami que debió producir este terremoto del mar Egeo, basado en su magnitud y en un modelo físico correspondiente a una falla tectónica con esfuerzos en extensión conocida por los geólogos como falla “de mecanismo normal”. 

EFE/EPA/ERDEM SAHIN

Los desplazamientos simulados del suelo estimados por el equipo del PRS a partir del modelo físico del terremoto –movimientos tanto vertical como horizontal de la superficie terrestre en zonas vecinas al epicentro– dan cuenta de un alzamiento vertical de varios centímetros en la región inmediatamente al norte del epicentro y a lo largo del borde costero (entre 7 a 13 cm de alzamiento vertical) y  de subsidencia o movimientos verticales hacia abajo de unos -16 cm al Sur del epicentro y a lo largo del borde costero Norte de la isla de Samos.

Figura 1: Modelo de fuente sísmica

El modelo de fuente sísmica de nuestra simulación representa la distribución espacial y temporal del desplazamiento relativo a lo largo del plano de falla, en este caso, con características de falla normal. Es decir, en las zonas oscuras (figura 1), el bloque de material que desliza sobre el plano de falla “desciende”, contrario a lo que comúnmente ocurre en los terremotos de subducción en Chile, en que la placa Sudamericana se alza por sobre la placa de Nazca (falla inversa).

Sin embargo, cuando ocurren bajo agua, ambos mecanismos producen una deformación vertical permanente del fondo del mar, usualmente con polaridades opuestas. Así, a grandes rasgos, un terremoto de falla normal tiende a producir subsidencia, y el de falla inversa, alzamiento. En cualquier caso, esto se traduce en una perturbación de la columna de agua que se sitúa en la región de la zona de ruptura, dando lugar a un tsunami.

En este caso, debido a las dimensiones de la fuente sísmica, el tsunami generado es de características menores, como puede apreciarse en la figura 2.

Figura 2: Distribución de alturas máximas en el mar Egeo, y estaciones mareográficas cercanas.

En general, las áreas lejanas a la fuente el tsunami no sobrepasa los 10 cm de amplitud. Sin embargo, en las costas cercanas a la zona de ruptura y dependiendo de las características topográficas costeras, la amplitud es capaz de superar los 50 cm.

Finalmente, se muestra una animación de la propagación del tsunami sobre el mar Egeo:

Equipo PRS.